Hay cuestiones muy sencillas, que suponemos que todo el mundo sabe, pero que realmente no es así. Y si lo es… conviene volver a recordarlas o quizás «re-entenderlas» como equipo.
Hay un término que utilizamos mucho en agilidad «desperdicio» ¿Os suena? Pero ¿Tenemos todos la misma compresión de a que nos referimos?
Nuestra experiencia es QUE NO.
Así que volvamos al origen de la Agilidad, y busquemos en Lean, el marco nos da una definición muy clara y muy concisa.
“Algo que no añade valor… es desperdicio, así de simple (y profundo).”
Y como en atmira nos encantan los retos, hemos querido empezar a barrer y predicar con el ejemplo, convirtiéndonos en ¡Cazadores de lo que no aporta valor!
Eliminando todas aquellas pequeñas cosas que consumen nuestro tiempo, nuestro esfuerzo y que sumadas, además, pueden generar un ahorro económico a largo plazo tanto para nosotros, como para nuestros clientes.
Upps, espera!!, seguro que alguno se ha planteado ¿Elimino la retro? ¿Elimino las sesiones de planificación? Me llevan tiempo y esfuerzo, ¿Qué valor a aportan? …..
Tranquilos agilitas no os pongáis nerviosos, sigue leyendo nuestro artículo para entender como en atmira plantemos estas cuestiones.
Cazadores de lo que no aporta valor
Antes de que nos entren los nervios, sí que me gustaría decir que es bueno diferenciar dos tipos de desperdicios, los Oscuros y los asumibles. Los Oscuros son los que no aportan nada y se podrían (se deberían) eliminar y así mejoraríamos la eficiencia.
Los asumibles son aquellos que preferimos dejar (aun asumiendo que son desperdicios) porque nos ayudan, a su vez, a tener menos desperdicios y/o ser más eficientes, el caso más claro es el de las retrospectivas.
Eso del desperdicio fue una de las principales aportaciones de Taiichi Ohno (1912 – 1990), el artífice del Lean, quien introdujo el principio fundamental de que las mejoras y la manera de trabajar debían eliminar desperdicios: todo aquello innecesario, todo de lo que se puede prescindir, todo aquello que no aporta valor, todo lo que frena tu objetivo final (felicidad, rentabilidad, liderazgo del sector, etc.).
¿Has analizado alguna vez los desperdicios a tu alrededor? Cosas, prácticas, conductas, que hay ahí de siempre, que se oponen a tu objetivo final.
En ese análisis cada uno encontrará los suyos, pero te pasamos una lista de algunos clásicos, te pase una lista de algunos clásicos, seguro que te suenan…
- Interrupciones: que provocan cambios de contexto, dejar lo que alguien está haciendo para caer en el desperdicio que supone volver a concentrarse en esa tarea que dejaste al ser interrumpido.
- Múltiples prioridades: similar al anterior, muchas cosas abiertas a la vez, poco cerrado, desperdicios por cambios de contexto, dejar algo, volver a retomarlo después.
- Complejidad: modelos de trabajo complicados en exceso, gestión de “proyectos” complicada, que lleva el desperdicio de tener que aprender algo que quizá no era necesario.
- Olvidar la calidad, deuda técnica, malas prácticas, que con el tiempo aparecerán, y tocará arreglarlas a destiempo, con prisas, cuando ya nadie recuerda cómo funcionan esas partes, por qué están ahí… desperdicio.
- Documentación, que no era necesaria, que nadie lee, de la que nadie se fía.
- Centralizar ciertas decisiones, que crean complejidad, cuellos de botella, hasta que pasan por cierto protocolo de decisión, por cierta burocracia.
Solo es plantearte dentro de tu entrega de valor que es lo que puedo eliminar, barrear, quitar, que haga mi proceso más simple, más enfocado. Tu producto, tu proceso, tu cliente y tu bien estar te lo agradecerán. Solo para y analiza.
Todo esto gracias nuestro equipo de la oficina de transformación.